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Pedazo de pan viejo, duro o desechado. En el Vocabulario eclesiástico de Fernández de Santaella (1499), se lo define simplemente como ‘pedazo de alguna cosa’, pero en nuestros días tiene claramente el sentido de la definición académica que hemos presentado al comienzo.
El vocablo proviene del árabe hispánico matrúq, y este del árabe clásico matrūq ‘tocado’, ‘marcado', influenciado por mendigo. Nebrija (1495) lo definía como panis emendicatus ‘pan de mendigo’; para Covarrubias era un ‘pedazo de pan de los que se dan a los mendigos’. Obviamente, el mendrugo se les puede dar a los mendigos, pero no es ese el empleo que le da Cervantes a la palabra en el Quijote, según este fragmento puesto en boca de Sancho Panza:
Aquí trayo una cebolla y un poco de queso, y no sé cuántos mendrugos de pan —dijo Sancho—, pero no son manjares que pertenecen a tan valiente caballero como vuestra merced.
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