Con este sustantivo se designa cualquier cosa de poco valor o de poca estima. «Lo habían estado explotando por años y años pagándome una bicoca, que a mí de bruto me parecía un sol», comentaba un personaje de la novela Setenta veces siete, del autor mexicano Ricardo Elizondo. Bicoca se usa en la mayor parte de los países hispanohablantes, si no en todos, pero pocos conocen su origen. Del italiano bicocca ‘castillo en una roca’, procedente del bajo latín de Italia, de origen incierto, la palabra está documentada desde 1609 con los significados de ‘fortificación insignificante’ y ‘cosa de poco valor’. En el siglo XVI, bajo la soberanía de Carlos V, en cuyo reino jamás se ponía el sol, España dominaba parte de Italia, pero los franceses, gobernados por Francisco I, querían arrebatar estas tierras a los invasores ibéricos y contrataron con tal fin a unos quince mil soldados suizos, los más famosos mercenarios de la época. Estos guerreros, que portaban picas, llegaron a Italia al mando del mariscal Lautrec y combatieron contra unos cuatro mil soldados españoles comandados por el general Colonna y por el marqués de Pescara, unos armados con picas, y los más, con arcabuces. La batalla se libró el 27 de abril de 1522 en la localidad de La Bicocca, población cercana a Monza, en el antiguo condado de Milán, donde el ejército francohelvético fue diezmado sin que hubiera casi ninguna baja entre los españoles. Como resultado de este triunfo, aparentemente fácil, rápido y de gran importancia, se desmoronó la fama de los piqueros suizos y se afianzó la supremacía de los españoles en la zona. Otra consecuencia de la victoria fue la incorporación al idioma de la palabra bicoca para referirse a un bien muy deseado que se obtiene de manera fácil.
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