Los coches de los romanos se fabricaban enteramente con madera, si bien contaban también con algunas piezas de metal, y se llamaban carpentum, una palabra de origen celta. El artesano que construía estos vehículos era el carpentarium artifex, que hacía, probablemente, también otros trabajos con madera. Con el tiempo, esta denominación se fue aplicando a todos los que trabajaban con ese material. Al principio, el término en español fue carpentero, según aparece registrado en 1209, pero un siglo más tarde, la primera e fue cambiada por i, posiblemente por influencia del verbo pintar. Hacia 1300, el artesano ya era conocido como carpintero, aunque jamás hubiera fabricado un coche.
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