Cuando una mujer joven padece náuseas o mareos, inmediatamente se suele pensar en un embarazo como causa de la molestia. Sin embargo, la etimología de ambos vocablos se vincula más bien a los padecimientos de los navegantes, causados por el movimiento de sus embarcaciones. En efecto, mareo proviene de la palabra latina mare ‘mar’, mientras que náusea llegó a nuestra lengua procedente del latín nausea y ésta, del griego nausía, derivada de nautés ‘navegante’ (como en astronauta, cosmonauta, argonauta), de donde devino también la palabra griega naos ‘nave’. Por extensión, náusea designa hoy no sólo el mareo provocado por las naves, sino también las ganas de vomitar y, en otra acepción, la ‘repugnancia o aversión que causa algo’. La Academia ha castellanizado e incluido en el Diccionario la expresión latina ad náuseam ‘hasta la náusea’.
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