'Carne asada a la plancha o a la parrilla', dice el diccionario de la Academia, que le atribuye a churrasco un origen onomatopéyico. Aunque no lo aclara, tal vez la academia se refiera al sonido que produce la grasa al gotear sobre el fuego. No es imposible, pero no hay duda de que se trata de una hipótesis indemostrable.
Contrariando la etimología académica, Corominas afirma que churrasco se originó en una voz muy antigua, anterior a la presencia de los romanos en la península ibérica, que se mantiene viva en el vasco sukarra 'llamas de fuego', 'incendio', formada por su 'fuego' y karra 'llama'. Es probable que sukarra haya sobrevivido también en la lengua prerromance que se formó hace más de un milenio al norte de la península, para dar lugar más tarde al dialecto castellano.
En 1495 aparecía en uno de los primeros diccionarios castellanos, el de Nebrija, el verbo socarrar, que en andaluz y en leonés evolucionó a churrascar. Corominas cita también el chilenismo churrasca 'hojuela de masa frita' y el platinismo churrasquear 'hacer carne a las brasas'.
En Murcia y Almería se usa chuscarrar 'tostar ligeramente algo' y en Salamanca se llama churrusco a un 'pedazo de pan demasiado tostado'. Churrasco aparece en la Argentina a mediados del siglo XIX, en el poema épico Santos Vega, de Hilario Ascasubi:
[...] y como él tuvo que hacer su churrasco, retardó la vuelta [...]
|