Frecuentemente se usa como equivalente a morir, tal vez como eufemismo, pero la sinonimia no es muy exacta. Fallecer es morir en el sentido de llegar al fin de la vida, como ocurre en la vejez o al cabo de una larga enfermedad, tiene un matiz de desfallecimiento, de proceso gradual. El buen uso del lenguaje exige que no se emplee fallecer para referirse a una muerte súbita o a la que ocurrió en un accidente: suena muy mal fallecieron ochenta personas en la caída de un avión. La palabra proviene del verbo latino fallere ‘engañar’, ‘no cumplir’, ‘ser infiel’, ‘fingir’, a partir del cual se formó también fallar. De este verbo se derivó el adjetivo latino fallax, fallacis ‘impostor’, ‘pérfido’, ‘mentiroso’ y también el vocablo del latín vulgar falla, que dio lugar a fallecer y a desfallecer. El supino de fallere era falsus, de donde provienen falso y falta. Cabe precisar que fallo (de un juez, por ejemplo) tiene un origen diferente: el castellano antiguo fallar ‘hallar’, ‘encontrar’, ‘darse con’.
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