El sentido del oído sirvió de referencia para la formación de numerosas palabras de nuestra lengua (v. absurdo* y discrepar*). Éste es el caso de obedecer, palabra proveniente del latín obedire, que se formó a partir del prefijo ob- antepuesto a audire ‘oír’. Inicialmente, significó ‘dar oídos’, ‘dar crédito’, ‘creer’, pero Cicerón ya empleaba este verbo con su sentido actual de ‘cumplir una orden’. Obeditum est enixè (obedecieron prontamente), decía Tito Livio.
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