Dicen que la Biblia es el libro más vendido de la historia y el que ha sido traducido a mayor número de idiomas. Lo que pocos saben es que este nombre, derivado del griego biblíon libro*, dio lugar a otras palabras de nuestra lengua que poca relación guardan con los libros o con cualquier religión. Hacia el siglo XV, la palabra ‘biblia’ se había deformado, y muchas personas cultas decían bribia, como vemos en este trecho de Los doce trabajos de Hércules (1499), de Enrique de Villena, en el que se habla del proemio de la bribia:
conparando los maestros & doctores al afincamjentto al sol ala luna alas estrellas Commo pone santo geronjmo trasuntiua mente enel proemjo dela bribia a mostrar que ellos deuen seer firmes commo el firmamjentto & jncorrutibles por tales viçios claros commo el sol dando lunbre enxenplar.
En el siglo XVI surgió la expresión ‘echar la bribia’, referida al arte de los pícaros, que consistía en ‘engañar alabando con bellas palabras’, arte que más adelante se denominó simplemente bribia y luego briba. Y los que practicaban este arte se llamaron bribones, por lo menos desde Lope de Vega, que utiliza esta palabra en El truhán del cielo y loco santo (1598):
Lindamente has engañado al convento; industria ha sido, pues con haberte fingido fraile, has comido y cenado siendo un bellaco bribón de vida anchurosa y larga.
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