Sellar las junturas entre las maderas de una embarcación a fin de impedir la entrada de agua. Antiguamente, esta operación se llevaba a cabo rellenando las junturas con estopa de cáñamo o de otras fibras, embebida en brea, una antigua forma de impermeabilización que también se usaba para proteger de la lluvia las mercaderías transportadas. La palabra se emplea hoy para la tarea de cerrar junturas de cualquier estructura de madera, no necesariamente una nave.
En las embarcaciones, esta tarea se debía efectuar antiguamente todos los años, pero en la actualidad se usan en el calafateo materiales sintéticos durables, que duran mucho tiempo y requieren cuidados periódicos menos frecuentes.
La palabra llegó nuestra lengua como calafatar, común al catalán, al occitano, al árabe y al griego, oriunda del árabe qálfat de origen incierto, aunque Corominas (1980) opina que debe provenir del latín vulgar calefare, del latín clásico calefacĕre ‘calentar’, que es fácilmente explicable si pensamos en la operación de derretir la brea.
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