Derivada del latín vulgus, que denotaba el populacho. En Lucrecio, spargere per vulgus, así como en Horacio, in vulgus, significaba ‘difundir rumores’. A partir de vulgus, se formó el adjetivo vulgaris, que llegó a nosotros como vulgar. La Vulgata, versión de la Biblia traducida al latín en el siglo IV, se llamó así porque su texto era accesible a las personas comunes, por más que en aquella época eran muy pocas las personas comunes que sabían leer y escribir.
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