El significado etimológico que se esconde detrás de esta palabra es el de ‘flecha envenenada’, que se origina en el griego toxon ‘arco’. Esta denotación original no se mantuvo en castellano, pero permaneció en el cultismo inglés toxophily, que designa a la ‘arquería’, el arte de los arqueros, sin referencia alguna a veneno. De toxon se derivó, aun en griego, el adjetivo toxikós ‘referente a arcos y flechas’, que más tarde daría lugar a toxikón ‘veneno para poner en las flechas’ y al latín toxicum ‘veneno’. La palabra se introdujo al castellano como tósigo, forma hoy considerada anticuada, bajo la cual aparece en el Tesoro de la lengua castellana, de Covarrubias (1611). La forma actual, tóxico, se consideró culta durante largo tiempo. Utilizada por fray Luis de León y por santa Teresa de Ávila y consagrada a fines del siglo XIX como término médico, sólo se incorporó al Diccionario académico en la edición de 1925.
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