El verbo latino rumpere dio lugar a un vasto conjunto de palabras de nuestra lengua, además de romper. Con el prefijo ex-, se formó eruptio, -onis, derivado de erumpere, que dio lugar a erupción, en el sentido de ‘salida brusca e impetuosa’ pero también a irrupción. En efecto, los latinos decían in provinciam eruptionem facere ‘hacer una irrupción en la provincia’. Con el prefijo inter-, se formó interrumpere ‘interrumpir’, sobre la base de la idea de ‘cortar al medio’. Otra palabra que proviene del verbo latino es ruta, que nos llegó a través del francés route. El lector podrá preguntarse cuál puede ser la relación entre romper y ruta, pero lo cierto es que en el latín vulgar de la Galia se decía rupta via ‘camino roto’ con el mismo sentido con que hoy decimos en castellano ‘romper camino’, es decir, ‘cortar’, ‘romper’ los matorrales para abrir un camino. Y una vez que el camino está abierto y es recorrido muchas veces se convierte en una rutina, que se refería, inicialmente, a una ‘ruta muy frecuentada’, pero que hoy ya denota ‘hábito adquirido’, ‘costumbre de hacer las cosas sin necesidad de pensar en ellas’.
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