El profeta Mahoma escandalizó a sus contemporáneos cristianos con la legalización de la poligamia: una práctica que tenía motivaciones políticas y económicas en el mundo árabe de aquella época. Los señores que estaban en condiciones de mantener hasta cuatro esposas pudieron, desde la legalización por parte de Mahoma, convivir con ellas en la misma casa con la aquiescencia del Corán. En la práctica, el límite establecido por el libro sagrado del Islam no se respetó y se conocen casos de jeques y sultanes que han tenido en sus harenes docenas de esposas.
Por esa razón, las viviendas de los musulmanes de clase alta contaban con un sector destinado a las esposas y concubinas: el harén. La palabra proviene del francés haram y esta del árabe harim, tomada del verbo harama (prohibir) y del sustantivo harmatan (el prohibido), nombre que se aplica al seco y arenoso viento del Sáhara. Este significado original pasó en árabe al de "mujeres que no pueden ser vistas por hombres que no son de la familia" y, por extensión, al lugar de la casa donde ellas están.
El primer documento conocido en castellano en que se encuentra el vocablo harén data de 1837 y fue escrito por el periodista y escritor español Mariano José de Larra.
En español, harén cuenta con el sinónimo serrallo: voz tomada del italiano seraglio, con el mismo significado, que a su vez procede del vocablo turco de origen persa serai, que significa tanto residencia como alojamiento o burdel.
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