Hablar de manjares refinados haciendo referencia al estómago, a los intestinos o al proceso digestivo no puede ser considerado de buen gusto; normalmente tendemos a disfrutar la buena comida sin pensar demasiado en lo que sucede en el organismo después de ingerirla. Sin embargo, esto es lo que ocurre cuando hablamos de gastronomía, palabra que significa tanto ‘el arte de preparar una buena comida’ como ‘la afición a disfrutar los placeres de la buena mesa’. El vocablo se formó como derivado culto del griego gaster, gastrós ‘vientre’, ‘estómago’ --que también está presente en palabras como gastroenteritis, gastroenterología y gastritis-- con el elemento compositivo nomos ‘conjunto de reglas’. El etimólogo francés Albert Dauzat explica que el vocablo gastronomie surgió a partir de una obra publicada en 1622 con el título Gastronomie por un poeta llamado Berchoux, de cuyo gusto literario se puede dudar, pero que, al parecer, era un amante de la buena comida y un goloso empedernido.
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